Éxito
Regli Gómez
Fecha 24 octubre 2014
Hace unos meses me aventure a comenzar el viaje más fascinante que he hecho en mi vida. Billete con destino a mi interior. Terapia le dicen. En el transcurso hay tiempo para el miedo, como cuando vas al extranjero y no entiendes el idioma. También tienes entradas para la montaña rusa. Sube y baja, sube y baja. Así son las emociones. La serotonina juega también un papel importante. Se genera sola cuando empiezas a entenderte, aceptarte y hasta encantarte. Llegan entonces los paisajes más increíbles que hayas visto nunca, sin tener que ir a la quinta puñeta a ver el Cañón del Colorado.
Y un viaje así de complejo no es igual sin un buen guía (psicólog@ lo llaman) En mi caso, la mejor.
Cuando me monté en el primer tren Cristina me propuso escribir sobre el éxito, pero para eso necesitaba un tiempo de viaje para conocerme, o reconocerme. Ese momento ha llegado.
Hablar de éxito implica debatir sobre valores. Porque desde pequeños te bombardean con la “importancia” del concepto. Pertenezco a la generación a la que enseñaron que el éxito iba vinculado a la palabra TENER. Tener un buen trabajo, tener un coche de gama alta, tener una familia y todos felices y “teniendo”, una casa grande y bien decorada (siempre mejor que la del vecino, claro está), tener contactos y una cuenta corriente bien gordita en el banco.
A esto vamos a sumarle que no nos prepararon para el fracaso (con lo que aprendemos de él cachinlamá) Así que somos intolerantes a la frustración y nos sienta peor que el gluten a un celiaco.
¿Resultado? Mis coetáneos son, en su mayoría, infelices por no sentirse a la altura (Entre otras miles de cosas) Pero es que es difícil asumir el valor de hacer un corte de manga a lo que piensa la mayoría, mandar al carajo al TENER y optar por el SER.
Mi primer desacuerdo con el sistema en este sentido llegó a los 25 años. Por aquel entonces, situaciones de la vida, ya dirigía una televisión. Un concejal del que aprendí mucho me citó a las 10 de la noche en su despacho. Sí, lees bien, a esa hora. Abrí la puerta y me lo vi allí sumergido entre multitud de correos electrónicos, papeleo y citas para mañana. Era la primera vez en mi vida que me planteaba si ese era el éxito que yo quería para mi vida. Pensé en su familia esperándole en casa, a la que la despiadada rutina le obligaba a cambiar por los “importantes, urgentes e insustituibles” “problemas” de trabajo.
Así relacionamos el éxito con otro concepto importante: el TIEMPO. Tenemos pues, SER frente al TENER y el valor del TIEMPO como referentes fundamentales que nos lleven a la FELICIDAD ¡Anda! El enigma del éxito comienza a transformarse.
Un buen amigo de “éxito” con 80 años, desde su dilatada experiencia, siempre me dice: “en la vida podemos perder y ganar dinero, amigos, trabajos y propiedades. Lo que se va y no vuelve, es el tiempo” Jolín, nuestro mayor tesoro no se llama dinero, su nombre es tiempo.
Y llega entonces el momento de traspasar esta reflexión al día a día de mi vida para descubrir, que para mí el éxito es:
- Disfrutar de salud (para mí y los míos) suficiente como para afrontar el día a día con fuerza.
- Contar con un trabajo que me permita desarrollarme y disfrutar además de pagar las facturas. También sentirme bien en el entorno laboral. Más de una tercera parte de mi valioso tiempo lo paso ahí. Y ahora sí, ya he aprendido la lección, mi vida no puede girar en torno a él. Es parte importante, pero no la única.
- Tener tiempo libre para leer, pasear, ver muchas puestas de sol, fabricar momentos únicos con mi gente, querer, que te quieran, reír, llorar, hacer el amor, ir al cine, desarrollar mi faceta de cocinera patética, darme baños de espuma, inventarme historias, escribir, soñar, ayudar más a mi familia, formar la mía propia con la estructura que YO vea conveniente. También buscar un deporte que me guste, espacios y personas que conocer y todo lo que esta mente inquieta busque a lo largo de su vida para llenarla. Todo ello relacionado con los valores y el SER.
- Como decía Mafalda “Para el mundo que me bajo” Cuánto cuesta parar el tren de vida y descansar, dejar la mente en blanco para que ayude a luchar con el trajín diario. Así que dormir lo necesario, sofing de vez en cuando, tiempo suficiente para la ducha¸ pies en arena y césped, música y solo yo en el mundo. En definitiva cargar pilas es necesario para aprovechar más y mejor MI tiempo.
Es entonces cuando llego a la conclusión de que, ésta, es de algún modo mi definición de éxito, puedes coger lo que te sirva para la tuya, que también es respetable. Lo importante es aplicarla para encontrar sentido a tu vida.