Porque no siempre todo es «japiflower», vamos a reconocerlo. El día a día se hace duro a veces. Demasiadas responsabilidades, algo no sale bien o surge algún problema.
Aprendí que hay que parar el mundo y bajarse cuando sea necesario. No forcemos la máquina. Pero es que es más, no somos máquinas. Somos personas y vamos a darnos el lujo de hacer lo que nos apetece de vez en cuando. Bueno, mejor a menudo.
Cuando estoy muy agobiada, mi mejor medicina es montar a mi bicho en el coche a la hora punta: puesta de sol.
Intento ir descalza y pasear, que la brisa me de en la cara. Aire puro y fresco. Mientras tanto disfruto viendo disfrutar a Noa. Sintiéndose libre, deshaciéndose de la energía que el sedentarismo al que sometemos a nuestras mascotas no deja escapar.
Y cuando la luz empieza a esconderse miro al frente. Así veo cómo desaparece el sol. Y siempre pienso en una misma conclusión. Mañana volverá a salir. Aunque esté oscuro, el sol siempre sale. Esto me inspira y me inyecta positividad.
