Vivir a mi Manera

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Emprendedor, no te olvides de parar y repostar

«A menudo estamos tan ocupados en conducir que no nos paramos a llenar el depósito»-Robin Sharma-, ésa ha sido mi dinámica durante más de diez años, con especial frenesí en los últimos cuatro ya que, a la presión de emprender y llevar las riendas de tu  propia empresa en plena crisis, se suman las circunstancias de la vida, ésas que tenemos todos pero que que cada uno afronta en función de las herramientas y habilidades que ha adquirido a lo largo de su recorrido vital.
Y mira, no me daba a mí por parar a repostar. Llevaba un par de años en reservas. Y, en el último mi negocio empezó a crecer, estaba haciendo reformas integrales en lo que hoy es mi hogar y decidí casarme. ¿Y por qué te cuento esto? Pues porque justo cuando la vida parecía irme realmente bien mi motor se paró, y no encontraba manera de arrancar.
Y el entusiasmo por mi trabajo desapareció de la noche a la mañana, sentía ansiedad por tener que afrontar situaciones absolutamente cotidianas y no me sentía capaz de resolverlas. Me inundó la tristeza, la ansiedad y muchos por qué ¿Por qué ahora que todo está bien? Pues está claro ¿Verdad? Forcé mucho mi máquina, cosa que seguro hacemos muchos de nosotros. Llevaba tanto tiempo sin escuchar mi cuerpo y mis emociones que se pusieron en huelga indefinida.
¿Pero sabes qué? No hay nada mejor que una crisis personal para recapacitar sobre lo verdaderamente importante y replantear nuestro sistema de vida porque SIEMPRE, estamos a tiempo de un nuevo (no) comienzo.
Por eso, desde esta maravillosa crisis en la que por primera vez me he dado el permiso de tomarme tiempo para afrontar, quiero compartir algunas de mis primeras conclusione. Y lo voy a hacer desde el prisma de una emprendedora que ha dedicado el 80% de sus esfuerzos totales al progreso laboral, como si lo demás estuviera en un segundo plano.

  • No vas a ser menos valiente ni menos exitos@ ni válid@ porque además de querer tener un negocio quieras tener vida propia. Esta mierda crisis nos ha inyectado en vena que hay que trabajar mucho y duro sin pararse a pensar en los peajes tan importantes que se dejan en el camino. Familia, vivencias, amigos y lo más importante, tú, tú te quedas en el camino y te olvidas de escucharte a ti, aunque tu cuerpo esté somatizando de millones de maneras que no estás bien, y que tal vez sea el momento de parar y repostar.
  • Al carajo el yo puedo, la vida es cuestión de actitud y las millones de milongas de coaches que han salido de entre las piedras sin saber qué hacer con sus vidas pero que quieren resolver las nuestras. A veces no se puede, no es el momento, hay que esperar o simplemente renunciar y tomar otro camino. Queda muy bien pensar que si quiero, puedo, pero hay miles de circunstancias que pueden arrebatarte un sueño. Simplemente sintámonos orgullosos de todo lo que hacemos y luchamos por alcanzarlos y aceptemos el fracaso como parte de la vida, y del negocio.
  • Pero sobre todo, reposta, evidentemente no con gasolina pero, duerme las horas necesarias, para cuando sientas que no puedes más, asume que te da miedo no acertar, de hecho, iría un paso más allá, equivócate, equivócate mucho para aprender más y más. También pide ayuda cuando la necesites, pero elige bien, ilusiónate más allá de tus objetivos laborales  y busca el equilibrio, no te sientas mal por ello. Trabajemos y vivamos, sin más y con todo eso.
  • Por último, pero que sea lo primero, tú, tú y tú. Escúchate, quiérete, compréndete y abrázate. Dale cabida al miedo, a la incertidumbre, a la rabia y a todas las emociones que percibimos negativas y que por eso evitamos, bordeamos y no afrontamos. Demos vida a nuestro diálogo interior y resolvámonos.

¡A repostar!