Vivir a mi Manera

Feudalismo del siglo XXI. Autónomos oprimidos que pagamos mucho más que un diezmo

Nos contaron que el feudalismo quedó atrás.
Que la Edad Media fue una época oscura, de siervos sin derechos.
Personas atadas a la tierra, obligadas a entregar buena parte de lo que producían.

Y, sin embargo, aquí estamos.

¿Somos libres o seguimos atrapados?

Nos dijeron que hoy somos libres. Que podemos elegir. Que emprender es un acto de autonomía.
Pero no lo somos. No realmente.

Antes eras siervo de la gleba.
Hoy eres autónomo.
Y lo único que ha cambiado es el envoltorio.

¿A quién sirve tu trabajo?

En el Antiguo Régimen, el campesino:

     

      • Entregaba el 10% de su cosecha a la Iglesia

      • Pagaba impuestos al Rey

      • Cedía rentas al señor feudal

    En total, entre el 30 % y el 50 % de su trabajo no era suyo.
    Sabía que no era libre. Sabía exactamente a quién servía.

    ¿Y tú, hoy?

    Hoy trabajas, facturas, madrugas, te partes el alma…
    Y cuando haces las cuentas, descubres esto:

       

        • IVA (21 %): lo cobras tú, pero va al Estado

        • Cuota de autónomos: 302 € al mes, incluso si no ingresas nada

        • IRPF: otro mordisco mensual

        • Gastos estructurales: herramientas, gestoría, alquiler, luz, internet

        • Y además: sin paro, sin bajas reales, sin vacaciones pagadas, sin red

      En total, pierdes entre el 35 % y el 50 % de lo que facturas antes de tocarlo.
      Y lo más perverso: lo haces convencida de que lo has elegido.

      La Jirasole hace la cuenta

      En el siglo XVIII, entregaban el trigo.
      En el siglo XXI, entregamos la factura.

      Antes sabías que eras sierva.
      Hoy te lo maquillan de libertad.

      El disfraz de la esclavitud moderna

      “Sé tu propio jefe”
      “Crea tu camino”
      “Emprende tu libertad”

      Pero no es libertad si:

         

          • No puedes enfermar

          • No puedes parar

          • No puedes permitirte vacaciones

          • No tienes una red que te sostenga

        No es autonomía. Es autoexplotación con buen diseño.

        Lo que pedimos no es caridad. Es verdad.

        No somos vagas.
        No somos malas gestoras.
        No somos quejicas.

        Somos quienes sostenemos el sistema.
        Y el sistema nos responde con abandono.

        Si tú también te sientes más sierva que libre, compártelo

        Que la historia no se repita con factura electrónica y firma digital.

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